¿Aventura o rutina?

"Busco a alguien con quien compartir una aventura”

Dijo Gandalf al cómodo y desocupado Bilbo Bolsón en El hobbit de J. R. R. Tolkien. Me encanta esta frase porque creo que la podríamos relacionar con una de las cosas que Dios busca en nosotras: vivir la vida como una aventura.

Rutina


Rutina es lo que mata la aventura. Voy en contra de todo lo que se convierta en rutina, porque quita la pasión, la curiosidad, el interés. Hace poco reflexionaba que sería lamentable ir a la iglesia, grupo de jóvenes, célula o discipulado como si fuera una rutina. La rutina convertiría estas actividades en sólo reuniones religiosas y sin sentido. ¿En qué momento se fue esa pasión del principio? ¿Dónde está esa curiosidad de conocer más de Él? ¿Sigue existiendo ese interés por conocer amigos (y hermanos) de la misma fe? Por eso no me gusta cuando alguna actividad se vuelve en rutina, porque a ella le sigue el aburrimiento, la pesadez hasta que desaparezca por completo todo entusiasmo que sentías desde un inicio. No sólo esto puede aplicarse a la iglesia, sino pregúntate en qué otras áreas de tu vida están teniendo como síntoma a la rutina. Porque la consecuencia final de esto podría ser retrasar la llegada al destino que Dios tiene preparado para ti y tampoco vivir la vida en plenitud que Jesús vino a enseñarte.

Hábitos


No me mal entiendas. Está bien tener actos rutinarios que no podrás evitarlos porque son esenciales, como el ir a la universidad por ejemplo. Pero yo prefiero llamar hábitos a estas actividades que hacemos automáticamente. A lo que quiero llegar es que incluso a esos hábitos necesarios se los puede convertir en aventuras. Que esas actividades no sean algo que haces como un autómata, sino ser consciente de la pasión, curiosidad o interés que están detrás de ellas. A un hábito lo puedes destruir o construir. A la rutina solo hay que eliminarla con la aventura.

Encontrar la aventura en los hábitos  


“¿Seguros? ¿Quién dijo algo de estar seguros? Por su puesto que él no es seguro, pero él es bueno. Él es el rey, te digo.” Dijo el señor castor cuando trataba de explicar por primera vez quién es Aslan a los cuatro niños Peter, Susan, Edmund y Lucy en el primer libro de Las crónicas de Narnia de C.S. Lewis. (Aparte de Tolkien amo a C.S.Lewis, me gusta citarlos a ambos aquí) Y así, citando al señor castor, te digo que un hábito no es seguro, como dije antes, puedes destruir un mal hábito como puedes construir uno bueno. Creo que convertimos a nuestros hábitos en rutina, cuando hallamos en esa rutina una seguridad peligrosa. Si es un hábito para ti el ir a tu grupo de jóvenes cristianos, se convierte en rutina cuando te sientes seguro con tan solo asistir y punto. Porque una aventura sería invitar a más jóvenes a que se unan a tu grupo, brindar tu servicio en tu congregación o emprender nuevas ideas creativas para que tu grupo avance.  Invitar, servir y emprender ideas no te darán seguridad. No estarás segura ante el rechazo, o las cosas inesperadas que puedan suceder. Pero estarás compartiendo con Dios, la aventura de expandir Su reino aquí en la tierra.

Una aventura con Dios no te dará una garantía de seguridad pero sí su promesa de que nada es imposible.

Todo lo que necesitas para vivir la vida como una aventura es tener la actitud correcta. Estás viviendo esta aventura con Él, quién es bueno. ¿Qué más necesitas para tener una actitud positiva?

Dios no quiere verte estancada en la rutina. Quiere llevarte a vivir la aventura que el preparó para ti. Aquello que te apasiona y los hábitos buenos que tienes ahora, te lo aseguro, forman parte de esa vida en abundancia que Jesús nos enseña cómo vivirla, por lo tanto no dejes que la rutina mate esa pasión y la oportunidad de vivir en plenitud.

El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante. Juan 10:10 NTV

Mira a tus hábitos como potenciales para que renazca o nazca una nueva pasión. Escapa de la comodidad, no busques la seguridad. Se curiosa y pon más interés en ver dónde más puedes llegar con Dios. Él, ahora, está al lado de ti y te vuelve a proponer:
“Busco a alguien con quien compartir una aventura”

De la lectura a la acción


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